lunes, 24 de agosto de 2009

Fukuyama y el Plan Mérida

Hace veinte años el pensador norteamericano de ascendencia japonesa, Francis Fukuyama, publicó El fin de la historia y el último hombre, ensayo que se convertiría en uno de los libros más leídos por economistas, sociólogos y politólogos durante la década de los noventa.

En él, se asegura que con la caída del socialismo real, la democracia liberal de carácter capitalista se convertirá en la única aspiración política de los seres humanos. Para Fukuyama (basándose en una interpretación de Hegel), el motor de la historia es la búsqueda de mejores condiciones de vida, una pesquisa que provoca el movimiento, la lucha de clases, las aspiraciones políticas y económicas. Con la caída del bloque soviético se acabaron las utopías, y los hombres, en una suerte de resignación, optarían por su acomodo en el sistema del capitalismo liberal.

Muy pronto, la misma historia que Francis declaró finalizada, contradijo sus argumentos. El resurgimiento de regímenes populistas, socialistas, dictaduras militares y movimientos anti sistema, se encargaron de negar con la realidad una sentencia elaborada en las aulas.

Ahora Fukuyama resurge y lo hace opinando sobre México. Integrante de una comisión asesora de Obama, publicó hace una semanas, Mexico and drug wars, ensayo en el que afirma la necesidad de que Estados Unidos aumente los recursos destinados al Plan Mérida para el combate al narcotráfico en este lado de la frontera.

Fukuyama argumenta desde una postura autista, pues si bien reconoce que serían más funcionales estrategias alternativas que ataquen la demanda, como la legalización de algunas drogas, decide hacer oídos sordos y apegarse a la retórica clásica de pelear al narcotráfico por la vía de las armas.

Las ideas centrales de Mexico and drug wars se basan en los “buenos” resultados que el apoyo financiero arrojó en Colombia, sobre todo en materia de seguridad. Con ello, Francis parece olvidar que el inusual aumento en los índices delictivos en México se halla vinculado al combate frontal del crimen organizado. Los asesinatos, secuestros y desapariciones son la respuesta de las organizaciones criminales ante la estrategia del Estado. El remedio ha sido más costoso que la enfermedad.

El mismo Francis reconoce que de aprobarse mayores recursos para el Plan Mérida, existen muchas posibilidades de que aumente la de por sí indiscriminada venta de armas en Estados Unidos. Más aun: acepta que tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe… y que de tanto exponer al ejército podrá llegar el momento en que este también se corrompa.

Y si Fukuyama está consiente de todos esos riesgos, de todos los flancos que el Plan Mérida deja al descubierto, por qué insistir en ellos. El argumento se encuentra al final del ensayo “nosotros no tenemos todas las respuestas para arreglar el sistema judicial mexicano, pero su estructura federal brinda un amplio espacio de maniobra para experimentar”. Es decir, si antes éramos considerados el patio trasero, ahora somos el laboratorio.

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