lunes, 20 de abril de 2009

La izquierda en 2009: el riesgo de la cuerda floja

Eric Uribares
La izquierda institucional llegará muy débil a las elecciones intermedias del próximo mes de julio. Encuestas recientes señalan que las preferencias electorales a favor del PRD se encuentran cercanas a los 15 puntos porcentuales, menos de la mitad obtenidos en la controversial elección del 2006. Por su parte, tanto el PT y Convergencia, quienes forman la coalición “Salvemos a México”, como el Partido Socialdemócrata, aspiran a su sobrevivencia más que a liderar la próxima legislatura de la Cámara de Diputados.

Algunos factores que han propiciado esta situación son el conflicto entre las fracciones al interior del perredismo, pero también, la capacidad que ha tenido el PRI para reorganizarse, y el trabajo de Felipe Calderón, que ha sido mejor que el de su antecesor.

Las acciones tomadas por el movimiento de Resistencia Civil Pacífica encabezado por López Obrador, afianzó la estructura política del tabasqueño en algunos lugares de la república, sin embargo, distanció a los sectores de la población menos radicales, y quienes según los datos, han decidido mudar sus intenciones de voto a un priísmo que sabe hablarle a las clases medias, y a un panismo bendecido por los favores del gobierno federal.

Las próximas elecciones podrían arrojar un resultado en el que la suma total de los votos de la izquierda no supere el 25 por ciento. Sería un escenario catastrófico, sobre todo para un país con tantas desigualdades. Pero lo peor es que no sería injusto. La incapacidad de la izquierda para procesar sus decisiones de manera democrática, para aceptar la democracia como una impronta esencial de su proyecto político, es una vez más, el principal obstáculo para la viabilidad de sus objetivos.

La lucha por la dirigencia perredista, protagonizada por Alejandro Encinas y Jesús Ortega, arrojó dividendos negativos para ese partido. El año pasado sucedió lo mismo con el Partido Socialdemócrata, cuando su ex abanderada presidencial, Patricia Mercado, abandonó el proyecto tras ser derrotada en la contienda por la presidencia de ese instituto. Y tanto el PT, como Convergencia, aspiran a que la mano de López Obrador les regale los votos que no han podido construir en tantos años.

Ante esto, la derecha institucional y los sectores conservadores del país solidifican sus posturas. En meses recientes hemos visto un avance claro de la Iglesia en temas políticos, por ejemplo, o algunas asociaciones civiles que apoyan las políticas de tolerancia cero para combatir el crimen, desconociendo con ello que la delincuencia tiene sus cimientos en el roce diario de la pobreza con la riqueza, en la extrema desigualdad.

Sin embargo, quedan meses de contienda electoral, los más valiosos para los partidos políticos, donde pueden afianzar sus estrategias o venirse en picada. El perredismo debería hacerse sentir con propuestas sustentadas a futuro, en un proyecto de nación capaz de resolver la coyuntura, pero con una visión de largo alcance, en franca apuesta por la democracia y las instituciones. El Partido Socialdemócrata debe ser fiel a sus principios progresistas, a su ideario en defensa de las libertades. El PT y Convergencia tienen una oportunidad inigualable para construir partido y dejar de lado parasitismo que los ha caracterizado.